Existe una clara analogía entre el profesional médico y el auditor energético. En ambas actividades  se puede establecer una comparativa en el ejercicio y desarrollo de sus protocolos de actuación.  El doctor interpresenta los síntomas de un paciente enfermo y luego debe diagnosticar con precisión su  condición de salud antes de tomar medidas adicionales. El médico obtiene información y analiza datos del paciente haciendo preguntas, recabando datos sobre su estado de salud. También plantea realizar pruebas, utilizando toda la experiencia y conocimiento para diagnosticar su posible enfermedad y,posteriormente, prescribir recomendaciones de mejora y un tratamiento  propio de la medicina.

En una auditoría energética de un edificio, el auditor realiza un protocolo de tareas parecidos a la intervención médica.  Antes de tratar cualquier deficiencia o problema a nivel de energía, primero es necesario determinar el estado actual del consumo y uso de energía de un edificio,  instalación u organización y, por lo tanto, diagnosticar cualquier problema que exista. Es preciso realizar un análisis de los datos recopilados, llevar a cabo inspecciones de las instalaciones que forman parte del edificio, proceder a realizar mediciones en los sistemas afectados para comprobar su rendimiento y condición actual. Posteriormente, el auditor realiza un diagnóstico y propone un tratamiento mediante recomendaciones y actuaciones  para mejorar a nivel de eficiencia, gestión y ahorro de energía.

La  auditoría energética permite establecer y cuantificar los consumos de energía de una instalación , sistema u organización. El objetivo general de una auditoría energética es identificar medidas viables que optimicen los costes de explotación operativos. El procedimiento implica recolectar datos de las facturas y medidores de energía. También se realizan entrevistas con responsables de las instalaciones para recabar información relevante. El proceso de auditoría debe identificar formas de mejorar la eficiencia energética de una organización, optimizando el consumo de energía y aumentando el nivel de confort.

En semejanza con la anatomía humana, las instalaciones técnicas de un edificio tienen su equivalencia con los sistemas del cuerpo humano. Se podría establecer una comparativa a todos los niveles. Así, por ejemplo, la piel del cuerpo sería la envolvente térmica del edificio que lo protege y aisla térmicamente del exterior.  Los huesos del cuerpo viene a ser los cerramientos, vigas y columnas que forman su estructura. La sangre que fluye por nuestras venas se corresponden con los fluidos transportados en la circulación de agua por las tuberías que son canalizadas en el interior de los edificios.

Nuestro complejo cuerpo humano desarrolla la fuerza de los músculos mediante las bombas que transportan los fluidos y el centro de propulsión principal sería la máquina térmica de producción de calor y frío que constituye el corazón de cada edificio. En este mismo sentido, las funciones del sistema respiratorio y de los pulmones es realizado por los ventiladores que vehiculan el aire en el interior de los espacios acondicionados. Las instalaciones eléctricas actúan como nuestro sistema nervioso que transmite la información y los impulsos de movimiento, siendo capaz de procesar las señales controlando y coordinando lo órganos del cuerpo. Y, todo esto, dirigido por el sistema de control del edificio que es nuestro cerebro.

En conclusión de esta comparativa entre hombre y máquina;  del mismo modo que en la evaluación del estado de un cuerpo se analiza y chequea el funcionamiento de todas los sistemas componentes del cuerpo humano; también en la auditoría energética de un edificio se ha de estudiar y comprobar el funcionamiento de todos los sistemas o instalaciones técnicas así como el régimen de funcionamiento y modo de vida del paciente o edificio enfermo.
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